TEORÍA DE LA CULTURA DE MASAS Y LA MÚSICA
En el libro Teoría transcultural del arte: hacia un pensamiento visual
independiente de, Adolfo Colombares
(2005) manifiesta que “la fragmentación y aislamiento que produce la cultura de
masas y la publicidad minaron las relaciones de reciprocidad y solidaridad que
forman el tejido de las comunidades, generando una “racionalidad” consumista,
que por su gradual vaciamiento de contenidos humanos y éticos se ha tornado
altamente irracional” (p.44).
La cultura de masas en este sentido se presenta como un fenómeno que
aleja a la sociedad de su verdadera identidad, a través del proceso
globalizador y consumista. También es necesario señalar el punto de vista de
otros autores. Blanca Muñoz (2000) en su investigación Theodor W. Adorno: Teoría Crítica y Cultura de Masas, expresa a
través de Adorno el desarraigo cultural de la sociedad del siglo XX y la
influencia que han tenido los medios de comunicación masivos en estas
transformaciones ideológicas.
Además de los medios de comunicación masivos también existen otros
elementos que juegan un papel importante en la teoría de la cultura de masas,
Muñoz (2000) expresa que en el análisis de Theodor Adorno sobre la música se
manifiesta lo siguiente:
Lo sensual y lo erótico, planificados para consumo, irrumpen en la música
como ya en el cine y en la televisión han irrumpido. La superficialidad
enmascara la manipulación. La regresión cultural se despliega con finalidades
políticas. Y en estas dimensiones ideológicas sólo el recuerdo de la mimesis
estética enseña el camino de salida (p. 245).
Se entiende por mimesis a la imitación de
la naturaleza que en la estética clásica tiene como finalidad esencial el arte.
Es así como este autor explica el papel que juega la música en la cultura de
masas, que al igual que la comunicación se ha comercializado, ya no es arte
como tal, actualmente se ha convertido en un producto, en mercancía. La música
de masas no es más que un conjunto de estereotipos, modas y consumismo.
Según José Manuel Pérez (2000),
La cultura de masas representa, en esencia,
el triunfo de la comercialización sobre todos los aspectos de la vida cultural:
el arte, la poesía y cualquier tipo de manifestación expresiva. Significa la
búsqueda máxima del beneficio, aprovechando al máximo las posibilidades de la
producción en serie. Y alcanza a consolidar un completo sistema persuasivo cuya
finalidad última es el consumo masivo. Detrás de ello, hay una gigantesca
operación de búsqueda de conformidad por parte de los ciudadanos.
Pérez resalta que la industria de la cultura
se da con la necesidad de expansión de los valores propios del mercado
capitalista. En este sentido, la primera globalización que se produce a
mediados del siglo XX con la televisión y los medios masivos representa la
extensión planetaria de ese espíritu. En la compilación de éste autor
denominada Comunicación y educación en la
sociedad de la información se resaltan las características de esta cultura,
siguiendo las propuestas de la Escuela de Frankfurt:
La fragmentación,
es una de las características que representa la dispersión, el desorden y la
imposibilidad de encontrar coherencia en los mensajes de la cultura de masas,
que aleja al individuo de la posibilidad de disponer de un sentido crítico. La segunda
característica que menciona es la uniformidad de los mensajes; el esquematismo,
la superficialidad, la necesidad de crear un mismo tipo psicológico de
consumidor está en la base de la uniformidad generalizada de los mensajes. También
señala la selección de valores rentables acordes con la ideología necesaria (p.24).
Por otra parte, Warnier (2001) indica que “las
imágenes, la música y la palabra forman parte de la cultura de tradición.” Este
autor explica lo que había advertido Mcluhan en su teoría de la aldea global en
donde dice que el cine, la producción de soportes materiales de música grabada
(discos, cassettes) y la edición de libros y de revistas fueron rápidamente
considerados por todos, industrias culturales.
A partir de éste fenómeno, Warnier cita a
varios analistas, Patrice Flichy (1980), Bernard Miége (1986) y Gaétan Tremblay
(1990), quienes consideran que las industrias culturales presentan el siguiente
perfil “necesitan importantes recursos, ponen en práctica las técnicas de
reproducción en serie, trabajan para el mercado, o en otras palabras, mercantilizan
la cultura. Son fundadas sobre una organización laboral de tipo capitalista, es
decir que transforman al creador en trabajador y a la cultura en productos
culturales” (p.16).
Es importante volver a resaltar el análisis
de T. Adorno, citado por Muñoz (2000), en donde manifiesta que “en estas dimensiones ideológicas sólo el
recuerdo de la mimesis estética enseña el camino de salida”. En este sentido,
es importante entender el mensaje del filósofo, en cuanto al arte, la cultura y
la comunicación en esta era de la globalización, es necesario el pensamiento
crítico y sobretodo ser conscientes de este contexto social y cultural.
Es así como surge una doble reacción en esta
cultura de masas: una corriente que adopta los estilos de vida del sistema,
vinculada a la publicidad, el consumismo, la moda; y una corriente
revolucionaria, que asume una concepción antisistema y rompe los estereotipos
planteados por la masa. Umberto Eco lo definiría como apocalípticos e
integrados.
A partir de todas estas definiciones, es
importante señalar la diferencia que existe entre música de masas y música
independiente o en términos globalizadores sería la diferencia entre maintream
y underground; para ello es importante aclarar el significado de
éstas palabras. En el sitio web significados.com se encontró que “Mainstream”
(s/f), es un anglicismo que significa tendencia o moda dominante. La traducción
literaria del término mainstream es “corriente popular”.
Actualmente, se emplea para designar a la música, el arte, la moda, literatura
que cuentan con grandes medios para su comercialización logrando llegar a un
grupo grande de personas y alcanzar el éxito internacional.
Lo opuesto del término mainstream es underground
que significa “subterráneo”, es una cultura caracterizada por no seguir
los patrones comerciales y, por estar al margen de la cultura principal, es
decir, mainstream. La expresión underground está relacionada con
la música, el arte, la literatura, filmes, moda que no están disponibles para
un gran número de personas y, por ende, no es reconocido a nivel internacional.
Se consideran ciertos géneros musicales como underground: punk rock,
gótico, metal, reggae, entre otras.
Quienes conforman la escena independiente se
autodefinen como una sociedad underground, desapegada de la cultura de
masas, construyendo diversidad cultural y procesos de vinculación, con la
finalidad de crear un mercado diferente que fomente y desarrolle la
productividad partiendo del arte, en muchos casos creando música para regresar
a sus raíces e identidad.
En el suplemento
cultural Cartón Piedra del diario público El Telégrafo, Ana Rosa Valdez,
gestora y crítica del arte, manifiesta que: “En el escenario de la sociedad
civil, habrá que superar la falsa consciencia de “lo independiente” y dejar de
satanizar al mercado del arte. Necesitamos emprender acciones dirigidas a
generar nuevas economías en una intersección entre lo público y lo privado”
(párr. 4)
Otro aspecto relevante en la comunicación de
masas es la tecnología, según J.C. García (2003), en su libro Comunicación de masas y pensamiento
político, señala que “si la comunicación es el proceso por medio del cual
se transmiten significados de una persona a otra, el desarrollo tecnológico ha
hecho posible una nueva forma de comunicación humana: la comunicación de
masas” (p.65).
Es así como la tecnología a través de sus
múltiples funcionalidades juega un papel fundamental en la cultura de masas.
Los medios de comunicación como la televisión, radio, prensa no han
desaparecido, al contrario, también se han adaptado a este nuevo medio global.
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