CULTURAS JUVENILES Y CONTRACULTURA
A partir de un evento denominado “Jóvenes en el Saber” (Krauskopf, 2010),
concluye que:
Se ha modificado el lugar de la juventud en
las sociedades y, por ende, son necesarias nuevas oportunidades para el
ejercicio de su papel y potencialidades en el desarrollo social. Esto incluye
el reconocimiento de su
diversidad y el hecho fundamental que los propios jóvenes son y deben ser
promotores del conocimiento de sus sociedades, sus comunidades, contar con
espacios para brindar sus propias visiones y capacidades como personas, grupos
y sectores sociales (p.9).
El objetivo de este estudio, es protagonizar
a los jóvenes como entes desarrolladores de cultura; creadores, productores y
gestores de identidad. En este contexto es necesario entender sus modos de vida
y puntos de vista con respecto a su papel en la sociedad.
En la teoría de la cultura de masas, se
concluyó que existen dos corrientes o dos tendencias: la cultura dominante y una
contracultura. En este caso se abordará el tema como culturas juveniles y
contracultura. Para esto, es importante saber que significan estos términos.
Como cultura juvenil se entiende al conjunto
de prácticas, experiencias y patrones sociales desarrollados por un determinado
grupo de jóvenes que continuamente se encuentran en un estado social de
modernización, consumen y siguen las tendencias establecidas por la cultura de
masas, están a la vanguardia de la tecnología y por tanto de todo lo que les
ofrece la globalización.
Las subculturas juveniles o contracultura, se
define como el conjunto de prácticas, experiencias y patrones sociales
desarrollados por un determinado grupo de jóvenes, que se caracterizan por su
oposición a los valores de la cultura dominante o de masas. Creando culturas
híbridas que según Canclini (1990), es un proceso de integración incentivado
por los encuentros, la interacción y reconstrucción de diferentes culturas
locales, es una mezcla de elementos de distintas sociedades e implica un
proceso de adaptación.
Es pertinente señalar lo que manifiestan
Fernando Savater (1982), en su libro Heterodoxias y Contraacultura:
En cada hombre, en cada uno de nosotros, sea
cual fuere la ocupación o los intereses que le atraigan, hay dos tendencias: la
primera de ella nos impulsa a adherirnos a los opiniones establecidas, a actuar
como la mayoría de los que nos rodean, a venerar lo que ellos veneran, a temer
lo que ellos temen y a despreciar lo que les vemos despreciar; la otra nos
lleva a desmentir las convicciones vigentes, a dudar de lo más firme, a buscar
otros modos de conducta, nuevos conocimientos y nuevas técnicas, a escupir
sobre lo comúnmente respetado y a buscar la compañía de los réprobos y los
descarriados. En todos y cada cual están presentes esas tendencias, aunque en
proporción sumamente variable y cambiante a lo largo de la vida (p.11).
De acuerdo con Savater, la primera tendencia
es la aspiración a la identidad, el impulso social y comunitario, el afán de
pertenecer a un colectivo unánime; la segunda tal y como lo expresa el autor es
“la exigencia del egoísmo”, la necesidad de afirmar la propia e irrepetible diferencia
individual, la vocación de fundar un mundo con leyes acorde a lo que piensa
cada individuo.
En su libro Modernidad e Industria de la
Cultura, Juan Cruz (1999), cita a T. Adorno y explica que: “Ante el acaloramiento
implacable de la industria cultural Adorno reflexiona sobre las condiciones de
posibilidad para que sobreviva una instancia crítica. La respuesta se llama
contracultura, esto es, combatir la industrialización de la cultura con la
cultura misma” (p.70).
En este contexto, T. Adorno manifiesta su
crítica hacia la “música alienadora” o también música de masas y explica que a
través de ella se apologiza lo profano, es decir, se elogia aquello que
carece de contenido, bajo esta perspectiva se pierde el verdadero sentido del
arte y se desvanece la música como identidad para convertirse en producto
industrial. En este caso la música independiente representa la contracultura,
su finalidad es crear arte sin banalizar o perder su sentido y contexto
artístico, social y cultural.
Según Rossana Reguillo (2003), en un primer
acercamiento exploratorio y en términos de su vinculación con la estructura o
sistema, en la literatura pueden reconocerse básicamente dos tipos de actores
juveniles:
Los que pueden conceptualizarse como
“incorporados” y que han sido analizados a través o desde su pertenencia al
ámbito escolar o religioso; o bien, desde el consumo cultural. Los
“alternativos” o “disidentes” cuyas prácticas culturales han producido
abundantes páginas y que han sido analizados desde su no-incorporación a los esquemas
de la cultura dominante (p.9).
La comprensión de la socialización en las
culturas y subculturas juveniles, parte también del consumo de los objetos
culturales (música, moda, marcas) que la industria mediática y del espectáculo
ofrecen, éstas representan en gran parte la construcción de estereotipos que
influyen en la vida cotidiana de los jóvenes; el vestuario, la música y ciertos
objetos emblemáticos constituyen una construcción identitarios de la juventud.
Al igual que los medios de comunicación, la
música también es un medio masivo. A menudo la gente confunde música
independiente con la “alternativa” (rock, metal, punk, reggae, hardcore, etc.) es
decir, géneros que no son escuchados con frecuencia en las emisoras de radios
FM, pero que siguen siendo parte de la industria musical por ser música de
masas; bandas o ídolos mediáticos como: Metallica, Megadeth, Thirty Seconds to
Mars, Ozzy Osbourne, Guns and Roses, AC/DC, entre otros, pertenecen a grandes
disqueras, son conocidos alrededor del mundo por sus giras internacionales y
ganan miles de seguidores, su finalidad es crear un producto masivo y
publicidad a gran escala.
Por el
contrario, la música independiente, no sigue tendencias, su finalidad es crear
o fortalecer la identidad cultural a través del arte (música) esperando poder trascender y que no se
estanque como moda. Cabe señalar casos como “The Beatles” o Bob Marley, que en
un principio fue música con un fuerte contenido cultural y dirigido con un
mensaje de responsabilidad social, sus letras enfatizan el contexto de su
época, su contenido musical está en contra de las guerras, racismo, violencia.
Sin embargo, fueron absorbidos por la cultura de masas, se tergiversaron sus
letras enalteciendo el uso de marihuana, de esta manera se provoca inconsciencia,
confusión y contradicciones en la identidad de varios individuos.
Los jóvenes no deben ser analizados sólo
desde su papel de consumidores, es necesario saber reconocerlos desde sus
prácticas cotidianas, sus capacidades y virtudes, sus experiencias; pueden
convertirse en productores y gestores de sus propias creaciones en este caso a
través de la música. Este trabajo pretende estudiar la música independiente,
como vehículo transformador de espacios culturales y comunicación universal.
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